ENTREVISTA A EDURNE PASABÁN E IVÁN VALLEJO, por Sebastián Álvaro

Sebastián Álvaro entrevistó a Edurne Pasabán y a Iván Vallejo, recién llegados de Katmandú tras coronar el Dhaulagiri (8.167 m.), con el que la vasca lograba diez ochomiles y el ecuatoriano terminaba los 14.

Sebatián Álvaro, Director de <i>Al Filo de lo Imposible</i>.<br>Foto: desnivelpress.com


Sebatián Álvaro, Director de Al Filo de lo Imposible.
Foto: desnivelpress.com
La madre de Sebastián Álvaro dijo: "He tenido tres hijos normales y uno alpinista". Y es que algunos, como Iván Vallejo están hechos de otra madera, muy distinta a la de la mayoría de mortales que tenemos la suerte de ver o pisar una montaña. Edurne Pasabán también comparte ese molde especial que ha llevado a ambos a coronar seis ochomiles juntos y a compartir diez expediciones bajo el liderazgo de Sebastián Álvaro, director del programa de Al Filo de lo Imposible. Iván y Edurne estuvieron en Madrid el jueves pasado, en una recepción para los medios en la que repasaron su experiencia en el Dhaulagiri, décimo ochomil para la vasca y el último de la lista de los 14 para Iván Vallejo, que ha coronado sin utilizar oxígeno suplementario, convirtiéndose en el séptimo hombre que logra tal hazaña. Ante la presencia de una pequeña multitud, Sebastián Álvaro entrevistó a los dos protagonistas de la última aventura de Al Filo, haciendo uso de otra cita para presentarlos, una de esas que han guiado la filosofía de Sebas desde sus comienzos, mascullada por Apsley Cherry-Garrard cuando andaba terminando su libro El peor viaje del mundo: "Si buscas un compañero para una expedición solo tienes que pedir dos cosas: que tenga un buen tono físico y que tenga la mente agarrada con cables de acero. Como nunca encontrarás las dos cosas, quédate con la segunda".
Edurne Pasabán, en el centro, en la cima del Dhaulagiri.<br>Foto: <i>Al Filo de lo Imposible</i>


Edurne Pasabán, en el centro, en la cima del Dhaulagiri.
Foto: Al Filo de lo Imposible

Sebastián Álvaro: Una pregunta que os habrán hecho cien veces desde que llegasteis, ¿qué se siente cuando se pisa la cumbre del Dhaulagiri?
Edurne Pasabán: Nunca sabemos como responder a esa pregunta. ¿Qué he sentido? Pues ha sido una montaña muy especial para mí. Aunque ya han sido muchas montañas antes y éste es mi décimo ochomil, tenía algo especial, distinto. Después de las penurias del último año y medio, significaba el regreso a las grandes montañas. Me preguntaste a quién pensaba dedicárselo: Pues en este caso a mí misma. Ha sido mi reencuentro con los ochomiles y con Edurne Pasabán.


Iván, ¿te has quitado un peso de encima?
Iván Vallejo: Me lo he quitado, efectivamente. El Dhaula era el último de mi gran proyecto de los 14. A las 12 en punto, cuando tuve la suerte de pisar la arista cimera lo primero que hice fue arrodillarme y llorar muchísimo. Ese llanto resumía el éxito en la pelea con el Dhaulagiri tras dos intentos fallidos, y la emoción por la oportunidad que se me ha brindado en mi carrera. Lo resumiría con dos palabras: felicidad, por terminar el proyecto, y gratitud, por seguir con vida para contarlo.


Ernest Shackleton, cuando se iba a la Antártida, puso un anuncio en el Times que decía: "Se precisan hombres para viaje arriesgado. Muchos meses en completa oscuridad, mucho frío, poca paga. Sin garantía de regreso". Se inscribieron cinco mil hombres y Shackleton, logró formar un equipo extraordinario, lo más importante para alcanzar el éxito en una aventura. ¿Cómo ha sido el equipo del Dhaulagiri?
I.V.: Hemos tenido buena paga, buena comida... (se ríe). En los ochomiles el equipo es fundamental. Cuando el ser humano está expuesto a situaciones extremas de frío, de soledad, vive una desnudez completa, nada de lo que hayas conseguido sirve, ni los títulos, ni las montañas. El ser humano se muestra tal y como es, con su madurez, su miedo, su valentía y las ganas de superar los propios valores. Un equipo, una gran montaña debe estar sostenido por gente que se conoce. Con Edurne he estado en diez expediciones, lo que es un elemento fundamental para consolidarnos, conociendo lo mejor y lo peor de cada uno. Nuestros resultados están ahí y estoy orgulloso de haber participado.


E.P: Hemos conseguido un equipo excepcional. Como dice Iván, es la base de todo, de la expedición, es el día a día de un mes y medio fuera de casa, en condiciones súper duras. Sebas, creo que ahora tenemos el equipo. Ha sido mucho trabajo para encontrarlo, pero todos sabemos lo que estamos haciendo, donde estamos y, por encima del resultado, nos lo hemos pasado muy bien. Hemos hecho un trabajo compacto, perfecto.
El equipo de Iván y Edurne subiendo al segundo campo de altura, con ventisca.<br>Foto: <i>Al Filo de lo Imposible</i>


El equipo de Iván y Edurne subiendo al segundo campo de altura, con ventisca.
Foto: Al Filo de lo Imposible

Iván me convenció que debíamos ir al Dhaulagiri un poco antes, pues es una cumbre que recoge buena parte de las tormentas que entran en el Himalaya y que acumula mucha nieve antes que el resto de montañas, a las que el monzón llega a partir del 30 de mayo. Eso provoca accidentes como el del año pasado en el Campo 2.
I.V.: Cuando estuve en el Dhaula, en 2005, realicé un intento a primeros de mayo, que no cuajó. Pensé que teníamos todavía un mes para intentarlo, pero no fue así. En 2006 fue todavía peor. Un compañero hizo cumbre el 28 de abril y me comentó que parecía la fecha ideal para ascender el Dhaulagiri, entonces convencí a Sebas y a Edurne para cambiar toda la logística y poder estar en la cumbre a finales de abril o como máximo a principios de mayo. Y todo ha ido bien. Además os cuento un secreto: eso me daba tiempo para cumplir un viejo sueño, disfrutar de la Feria de San Isidro en Madrid.


Edurne, ¿cuál fue el paso que más temías? ¿La travesía de arriba?
E.P.: Sí. Ya había estado dos veces al Dhaula y había comprobado que después de salir del campo 3, casi a ochomil metros, hay una travesía sobre placa de hielo, en la que falleció mi amigo Pepe Garcés, y la temía mucho. Íbamos muy preparados para ella, pero cuando llegamos vimos que las condiciones eran perfectas, la nieve estaba muy asentada, había venteado mucho y el paso lo encontramos más fácil de lo que pensábamos. Lo que nos sorprendió fue lo que vino después; quedaban cuatro horas para llegar a la cumbre y encontramos placas muy complicadas. El Dhaulagiri te puede sorprender en cualquier momento.


¿Fue muy emotiva la llegada al campo 2, sabiendo que debajo descansan dos amigos?
E.P.: Era una pregunta que nos hacíamos todos, ¿cómo sería la llegada? Creo que teníamos vértigo y miedo al campo 2, donde perdimos a Santiago Sagaste y a Ricardo Valencia el año pasado. Sabíamos que teníamos que pasar por allí, pero no sabíamos lo que íbamos a encontrar. Éramos los primeros. Tenía miedo de ver algo que no quería. Cada paso miraba a mi alrededor, pero no quería encontrar nada. Fue muy duro llegar al Campo 2.


Entrevista publicada en Desnivel el 12/05/2008.

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