¿SEXO ANTES DE CORRER?

Ya está demostrado científicamente que la prohibición de hacer el amor antes de participar en una carrera importante carece de sentido.

Muchos entrenadores siguen encerrando a sus atletas como si fueran monjas de convento, pero esto carece de fundamento alguno.

Los doctores Ian Shrier y Samantha McGlone, de la Universidad McGill de Montreal, Canadá, comentan que el haber practicado el sexo, la noche previa a una competición, no afecta la fuerza, ni a la velocidad, ni a la resistencia, ni al equilibrio, ni al tiempo de reacción, ni a ninguna otra cualidad relacionada con el deporte.

No obstante, los doctores plantean que los escarceos amorosos pueden tener efectos de tipo psicológicos; por ejemplo, disminuyendo la agresividad debido a la relajación que sigue a un acto satisfactorio. Estar demasiado relajado puede resultar inconveniente para algunos deportes y deportistas. Pero para otros puede ser muy interesante relajarse.

Los investigadores agregan que en muchos casos, el posible cansancio que se experimenta al siguiente día de la competición, no puede ser ocasionado por no haber hecho el amor, sino por haber estado toda la noche en vela. Aparte de estos puntos, no hay motivos para que no pases un rato agradable el día previo a tu competición si después duermes todo lo necesario.

Tener relaciones sexuales antes de una competición deportiva, ¿afecta o no el rendimiento? ¿Puede generar más beneficios que perjuicios? Como en el sexo, al respecto existen diferentes posiciones.

Todos los músculos están en tensión. Los tendones se estiran y las fibras empiezan a vibrar. El cuerpo comienza a moverse rítmicamente. Los movimientos se repiten, cada vez más deprisa, cada vez más potentes y decididos. ¿De qué estamos hablando? ¿De sexo o de deporte?

Resulta difícil establecer la diferencia, porque físicamente ambas actividades están muy relacionadas entre sí, y también lo están en sus planteamientos conceptuales: en los dos casos el objetivo es lograr el bienestar físico. Aunque en un principio sus caminos surgieron casi como antagonistas.

El deporte moderno nació en el siglo XIX y arrastra consigo una pesada herencia victoriana. Algunos de los primeros padres del deporte fomentaron su práctica sólo con la idea de que podría acabar con los insanos impulsos sexuales de una juventud dispuesta a caer en “locos libertinajes animales”.

Creían que la fuerza de los músculos podría atrofiar la líbido en una lucha heroica contra las tentaciones. Prueba de ello es que en una obra educativa publicada en 1925 para consagrar el deporte se podía leer: “No hay peor enemigo del deporte que la incontinencia sexual. ¡Cuántas glorias se han perdido, de forma inesperada, a causa de las mujeres! El que se dedique al deporte tiene necesidad de toda su energía muscular y nerviosa”.

Estas teorías no son algo del pasado. Han permanecido en la memoria colectiva y desde entonces son muchos los deportistas y los preparadores físicos que creen que el único camino hacia el medallero y el triunfo internacional es el del absentismo: nada de alcohol, nada de tabaco y, por supuesto, nada de sexo.

Práctica que, por ejemplo, sigue a rajatabla el ciclista polaco Zenon Jaskula, tercero en el Tour de Francia de 1993, que declaró: “Si el ciclista de más alto nivel quiere mantenerse plenamente en forma tiene que renunciar al sexo al menos tres semanas antes de una competición importante”. Lo que quiere decir que un deportista que participe en la mayoría de las carreras del calendario, como hace la mayoría, sólo podría practicar el sexo unas diez veces al año.

Sin embargo, su colega americano Greg Lemond no es de la misma opinión. Desde siempre ha tratado de restar fuerza a la leyenda monástica y afirma que para los ciclistas incluso podría ser una buena válvula de escape para la tensión acumulada en la alta competición internacional. Pero ¿afecta realmente la práctica del sexo al rendimiento deportivo?

En una encuesta realizada entre 1.294 atletas alemanes de alto nivel, sólo el 21 % de ellos piensa que el sexo es contraproducente para el deporte; el 16 %, sin embargo, cree que ayuda; y el 61% restante no nota cambio alguno en su rendimiento deportivo después de practicar el sexo.

Parece que los protagonistas de la materia no se ponen de acuerdo. Para aclarar la situación, será necesario recurrir al estudio elaborado por los doctores Juan Sztajel y Michel Periat de la Clínica Universitaria de Ginebra (Suiza). Estos dos médicos convencieron a 16 atletas para que mantuvieran relaciones sexuales a las seis de la mañana de un día determinado.

Nada más acabar debían desplazarse hasta el citado hospital para someterse a unas pruebas de resistencia y de esfuerzo. El resultado fue el siguiente: si entre las relaciones sexuales y la actividad deportiva transcurrían menos de diez horas, el fondo físico se resentía notablemente. Pasado ese tiempo ya no había ningún problema.

Parece que el sexo y el deporte viven una estrecha relación difícil de desligar. No en vano en un caso u otro, el principal aliciente es participar.

LA OPINIÓN MÉDICA

Según el doctor Mauro Fernández Sandí, Médico Cirujano, Ginecólogo Obstetra, Sexólogo Educador del Instituto Costarricense de Sexología: "Hay dos factores que hacen creer a los atletas que las prácticas sexuales disminuyen el rendimiento deportivo. Por un lado, como la respuesta sexual termina con un período de relajación altamente reconfortante, muchas veces es interpretado como un período de cansancio o debilidad, y bajo esa percepción se teme llegar minado a las competiciones.

Por otra parte, todavía está muy difundida la creencia de que el sexo es la energía de la vida y que el semen es un líquido particularmente energético. Se piensa que su salida del cuerpo lo debilita.

Ninguna de esas creencias es cierta. Particularmente, el semen no guarda ningún contenido extra de energía más allá de un poquito de fructosa que suele estar de sobra en atletas y en los no atletas.

Además, la cantidad de energía que se pierde en una relación sexual vigorosa e intensa es menor a las 100 calorías, cifra que es paupérrima para el individuo promedio.

Sin embargo, hay varias razones extrasexuales que sí explican por qué muchos entrenadores prefieren que sus atletas no tengan vida sexual justo antes de una justa deportiva.

Por un lado, en algunos atletas la sexualidad no se vive en casa, sino que la compañera sexual se busca en discotecas, con el riesgo del alcohol, las drogas, y de que la conquista sexual sea a altas horas de la noche; factores que condicionan de manera clara una disminución en el rendimiento deportivo.

En el mismo sentido, en competiciones continuas, como la copa del mundo, o las olimpíadas, además de los riesgos señalados, también existe la posibilidad de que si los atletas viajan con sus parejas, la interacción de éstas con el grupo no evolucione de la mejor manera y pueda provocar focos de tensión que atentan contra la concentración que es clave en el mundo del deporte.

También es frecuente que la gente se pregunte si los atletas son mejores sexualmente. Lo primero que tenemos que recordar es que la sexualidad no es un ejercicio, y mucho menos una competición. Lo que importa es la espontaneidad, la curiosidad, el apego, la expresión de afecto, el alejarse de las inhibiciones. Ese es realmente el punto y no el estado del cuerpo.

Lo que sí es cierto es que los atletas, sobre todo los que no son de alto rendimiento, conservarán mucho más tiempo su vida sexual, porque manejan niveles bajos de colesterol y grasas, porque tienen una mejor circulación, porque el corazón está fortalecido, manteniéndose sexualmente activo mucho más tiempo del que los individuos sedentarios".

Berti Vogts, director técnico de la selección alemana de fútbol en 1994, prohibió las relaciones sexuales antes de los juegos.

El velocista británico Lindford Christie está de acuerdo. Dice que un revolcón la víspera de una competición hace que las piernas le pesen como el plomo. Mickey, el entrenador de Rocky Balboa, lo resumía con una frase. "Las mujeres debilitan las piernas", le decía al muchachón italiano.

Un conocedor de las travesuras de los atletas, el ex entrenador de los Mets y los Yankees de Nueva York, Casey Stengel, difiere de estas opiniones. "Ningún jugador de béisbol sufrió nunca daño alguno por acostarse con una mujer. Lo que los mata es pasarse toda la noche despiertos tratando de llevársela a la cama", dice Stengel.

Subirse al podio

El asunto es que con tanta gente atractiva y en forma reunida en Atenas, la Villa Olímpica se va a convertir en el club de solteros más grande del mundo.

Cada cuatro años se repiten los informes de prensa sobre la cantidad de condones que se distribuyen y se usan durante las Olimpíadas, y Atenas no es la excepción. Las autoridades olímpicas ya pusieron a disposición de los atletas 130.000 condones y 30.000 tubos de lubricante. En Sydney, cada competidor recibió tres condones por día, pero hubo necesidad de conseguir más cuando los inventarios comenzaron a agotarse.

Sin embargo, todavía hay entrenadores y jefes de delegaciones que no tienen la misma actitud benigna que el señor Stengel ante este tema. No obstante, las nuevas investigaciones científicas indican que los responsables de los equipos olímpicos no deberían preocuparse tanto.

No pasa nada

"Tener relaciones sexuales en la víspera de una competición no afecta la fuerza, ni la resistencia, ni ninguna otra de las condiciones físicas de un atleta", asegura Ian Shrirer, ex presidente de la Academia Canadiense de Medicina Deportiva. "Mucha gente cree que la abstinencia sexual antes de las competiciones está relacionada con los efectos psicológicos", dice Shrirer.

La mayoría de los grandes atletas necesitan ser agresivos para poder competir en los más altos niveles de sus disciplinas, señala Shrirer, pero se puede llegar a ser demasiado agresivo. Es en esos casos en los que el asunto de las relaciones sexuales puede influir positivamente. "Por ejemplo, el jugador de rugby que siempre es amonestado, o el futbolista que siempre recibe todas las tarjetas rojas. Eso tampoco es buen desempeño".

"Nunca se ha estudiado el efecto psicológico de las relaciones sexuales. Pero si fuera cierto que disminuye la agresividad, sería muy malo para los que no son agresivos, pero muy bueno para los que son demasiado agresivos", concluye Shrirer.

Mujeres sí, hombres no

El fisioterapeuta israelí, Alexander Olshanietzky, también cree en los beneficios del contacto carnal, por lo menos para las atletas. "Las mujeres obtienen mejores resultados deportivos después del orgasmo. Especialmente las corredoras y las que compiten en salto alto. Mientras más orgasmos, más oportunidades de ganar una medalla", dice Olshanietzky.

"Los entrenadores le dicen a los atletas que se abstengan antes de las competiciones. Pero en el caso de las mujeres, no es lo más recomendable", añade. Advierte que mientras el coito puede darles más energía a las mujeres, a los hombres suele dejarlos completamente fuera de combate.

El ex futbolista británico, George Best, uno de los parranderos más famosos del mundo del deporte, dice por experiencia que hay una gran diferencia entre refocilarse pocos minutos antes del pitazo inicial y hacerlo la noche antes. En una entrevista con el diario británico The Observer, Best dijo que nunca vio mermado su desempeño en la cancha. "Claro, mejor no hacerlo una hora antes, pero si uno lo hace la noche anterior no tiene ninguna importancia".

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